Las apuestas son el nuevo doping

El deporte profesional siempre precisa de un flagelo para depurarse y mostrar su salvaje evolución. Así como las guerras servían para nuevos descubrimientos médicos, el deporte cada tanto tiene un rebrote en su lado oscuro que, a los tumbos, le permitirá cambiar su dirección. El doping en el deporte fue hasta ahora el enemigo a perseguir, alcanzar y vencer. Ahora lo son las apuestas. Tan viejas como los records, las apuestas deportivas generan un método eficaz de inyección de dinero en el deporte.

Las casas de apuestas en sus versiones online mantienen vivo el interés diario por las diferentes actividades. La investigación por corrupción y venta de información confidencial en la NBA por parte de un árbitro, la denuncia de un partido sospechoso perdido por Davydenko y el refuerzo del sistema de seguridad de la FIFA para que no haya filtraciones que favorezcan a los apostadores en las próximas eliminatorias, lejos de ser un problema grave, no hablan de otra cosa que no sea el interés que despiertan las actividades deportivas.

Las apuestas no van detrás de los hechos que a la gente le resultan indiferentes. El deporte profesional, con sus héroes modernos, sus vicios, sus bajezas y también su épica, no hace otra cosa que demostrar que vive. A veces deforme, a veces heroico y con un mar de tiburones dispuestos a atacar.

Se viene la era del deportista asediado por sus organizaciones rectoras para saber si no están metidos en algo raro. Mientras tanto, los clubes aceptaran gustosos el patrocinio de las casas de apuestas en sus camisetas. Nada nuevo. Lo de siempre, con otro nombre.